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sábado, 12 de marzo de 2016

Luis Cernuda, Estudios sobre poesía española contemporánea, Guadarrama, Madrid, 1975, pp. 8-9.:

«Si tenemos en cuenta la evolución de nuestros estilos poéticos es posible avanzar esto: 1) que hay momentos cuando lenguaje hablado y lenguaje escrito coinciden, como ocurre en las Coplas de Manrique; 2) otros cuando lenguaje hablado y lenguaje escrito comienzan a diverger, como ocurre en Garcilaso; y 3) otros, por último, cuando lenguaje hablado y lenguaje escrito se oponen, como ocurre en Góngora. […] Y siguiendo esta curva de evolución en el estilo poético llegamos a Calderón, donde ya es visible su decadencia».



Por Luis Cernuda

Hay momentos cuando lenguaje hablado y escrito coinciden, como ocurre en las Coplas de Jorge Manrique; otros cuando lenguaje hablado y lenguaje escrito comienzan a diverger, como ocurre en Garcilaso; y otros, por último, cuando lenguaje hablado y lenguaje escrito se oponen, como ocurre en Góngora. Una vez llegado el estilo a este extremo, de oposición entre lengua hablada y lengua escrita, regresa al extremo primero, tratando de que ambas coincidan.

En toda expresión poética se combinan dos elementos contradictorios: tradición y novedad.
Hay épocas, en que el elemento tradicional es más fuerte que la novedad, y son épocas académicas; hay otras en que la novedad es más fuerte que la tradición, y son épocas modernistas. Pero sólo por la vivificación de la tradición al contacto de la novedad, ambas en proporción justa, pueden surgir obras que sobrevivan a su época.

Es necesario que el poeta, para ser contemporáneo, perciba su tiempo y lo exprese adecuadamente.
Todo es favorable al poeta, aun en la época más adversa, si tiene el don de la poesía.
En la obra del poeta coinciden siempre intención y ejecución.
En poesía y en literatura nunca debe hablarse de sentimiento ni de emoción, sino tratar de comunicarlos, para lo cual hay que expresarlos.

El ritmo del verso que usa un poeta surge con la visión que tiene, con la experiencia poética que va a expresar y su uso no es consecuencia de una decisión enteramente voluntaria. En poesía, en arte, no hay "fondo" y "forma", como pretenden los críticos estilo Menéndez Pelayo; a lo más sería posible hablar de visión y expresión, compenetradas ambas en un todo que es el poema.

Dolor o angustia individual del poeta no valen más ni menos que el dolor y la angustia de otro hombre cualquiera; cuando pueden cobrar algún valor singular es cuando quedan transformados en poesía, que es cuando desaparecen como tal dolor o angustia personal del poeta.

La honestidad del poeta es parte de su vocación: si ésta es profunda, el poeta tratará de todos modos de realizar su obra; aunque dicho esfuerzo parezca o se estime vano, él quiso remediar por su parte la desintegración colectiva, cumpliendo con su tarea.

El creacionismo y el superrealismo, aunque conserven a la metáfora el papel capital que tenía en otros movimientos anteriores, la utilizan, sin embargo, no tanto en función de la poesía como al servicio de la poesía, adquiriendo en ellos la metáfora cierto alcance misterioso, sobre todo con el superrealismo.

La plaga de la literatura inglesa es el esteticismo, como de la francesa el academismo, de la española el barroquismo y de la alemana la pedantería.

El instinto del ritmo es cualidad primaria del poeta.

Instintivamente me orientaba ya (en 1927) hacia lo que hoy, reflexivamente, llamaría una expresión coloquial, sorteando, por instinto, los dos escollos frecuentes en la poesía española durante la década del 20: lo folklórico y lo pedantesco.

El superrealismo, no fue sólo, según creo, una moda literaria, sino algo muy distinto: una corriente espiritual en la juventud de una época, ante la cual yo no pude, ni quise, permanecer indiferente.
Lo curioso es que, a pesar de ambas cosas, verso libre y ausencia de rima, en ocasiones sea visible en mis composiciones una intención análoga a la de la canción; creo que siempre ha sido constante en mis versos, aunque a intervalos, la aparición del poema canción.

El arte de la poesía requiere unas veces el toque ligero y otras el toque insistente, pero en ambos casos el resultado debe confundir la paciencia con la sorpresa. Creo que es necesidad primera del poeta reunir experiencia y conocimiento, y tanto mejor mientras más variados sean.

Garrulería y ampulosidad, dos defectos característicos de nuestros gustos literarios tradicionales.

Me parecen existir, con respecto a la acogida que los lectores les dispensan, dos tipos de obras literarias: aquellas que encuentran a su público hecho y aquellas que necesitan que su público nazca; el gusto hacia las primeras existe ya, el de las segundas debe formarse. Creo que mi trabajo corresponde al segundo tipo.

Aprendí mucho de la poesía inglesa, sin cuya lectura y estudio mis versos serían hoy otra cosa, no sé si mejor o peor, pero sin duda otra cosa.

El trabajo poético creador exige no tratar de dar sólo al lector el efecto de mi experiencia, sino conducirle por el mismo camino que yo había recorrido, por los mismos estados que había experimentado y, al fin, dejarle solo frente al resultado.

Aprendí a evitar, en lo posible, dos vicios literarios que en inglés se conocen, uno como "pathetic fallacy", lo que pudiera traducirse como engaño sentimental, tratando de que el proceso de mi experiencia se objetivara, y no deparase sólo al lector su resultado, o sea una impresión subjetiva; otro como purple patch o trozo de bravura, la bonitura y lo superfino de la expresión, no condescendiendo con frases que me gustaran por sí mismas y sacrificándolas a la línea del poema, al dibujo de la composición.

Algunos discuten acerca de que el arte debe. "comprometerse", ser útil. No conozco obra de arte comprometido que me haya servido tanto, ni mejor, en su pureza, irreductible, como la de Mozart.

En ciertos poemas míos que constituyen un monólogo dramático, y entre los cuales se encuentran algunas de mis composiciones preferidas, el verso queda como ensordecido bajo el dominio del ritmo de la frase. Desde temprano me agradó poco el verso de ritmo demasiado acusado, con su monotonía inevitable, y nunca quise usar, por ejemplo, el ritmo trocaico ni tampoco, uniforme en una composición, el verso dodecasílabo. Si en el verso hay música, mi preferencia se orientó hacia la "música callada" del mismo.

Traté siempre de usar, a mi intención y propósito, es decir, con oportunidad y precisión, los vocablos de empleo diario: el lenguaje hablado y el tono coloquial hacia los cuales creo que tendí siempre.
Siempre traté de componer mis poemas a partir de un germen inicial de experiencia, enseñándome pronto la práctica que, sin aquél, el poema no parecía inevitable ni adquiría contorno exacto y expresión precisa.

La extensión mayor o menor de un poema la dicta de antemano, como es natural, el germen del cual nace. También la expresión en una y otra de las dos situaciones antes indicadas, debe acomodarse a la naturaleza respectiva del poema a escribir, y ajustarse a un paso más lento o a un paso más rápido, aunque eso no quiera decir que concentración e intensidad no sean requeridas en ambos casos. Se trata, simplemente, de un cambio en la velocidad.



viernes, 11 de marzo de 2016

Poema de Juan Larrea en Grecia

Yo   
que ayudé a bien morir las olas en tu nuca
y descorché volcanes sobre tus días expósitos
postulo ahora
un póstumo calor de los ahorcados
que cuelgan de mi vida
como frutos afónicos.
Es ya tarde
y aún no suena la diana de sus cuernos
el arco iris
en su concha guarnecido.
Sin embargo
el diluvio termina en este instante.
Todos los hombres se han ahogado
sobre los lechos flotan los cadáveres.

miércoles, 3 de febrero de 2016

El mito griego en las vanguardias

Fragmento del Manifiesto del dadaísmo de Tristan Tzara:

Preparamos la supresión del dolor y sustituimos las lágrimas por sirenas tendidas de un continente a otro. (Préparons la suppression du deuil et remplaçons les larmes par les sirènes tendues d'un continent à l'autre).


Federico García Lorca

Oda a Salvador Dalí


Una rosa en el alto jardín que tú deseas. 
Una rueda en la pura sintaxis del acero. 
Desnuda la montaña de niebla impresionista. 
Los grises oteando sus balaustradas últimas. 

Los pintores modernos en sus blancos estudios, 
cortan la flor aséptica de la raíz cuadrada. 
En las aguas del Sena un ice-berg de mármol 
enfría las ventanas y disipa las yedras. 

El hombre pisa fuerte las calles enlosadas. 
Los cristales esquivan la magia del reflejo. 
El Gobierno ha cerrado las tiendas de perfume. 
La máquina eterniza sus compases binarios. 

Una ausencia de bosques, biombos y entrecejos 
yerra por los tejados de las casas antiguas. 
El aire pulimenta su prisma sobre el mar 
y el horizonte sube como un gran acueducto. 

Marineros que ignoran el vino y la penumbra, 
decapitan sirenas en los mares de plomo. 
La Noche, negra estatua de la prudencia, tiene 
el espejo redondo de la luna en su mano. 

Un deseo de formas y límites nos gana. 
Viene el hombre que mira con el metro amarillo. 
Venus es una blanca naturaleza muerta 
y los coleccionistas de mariposas huyen. 

* * * 

Cadaqués, en el fiel del agua y la colina, 
eleva escalinatas y oculta caracolas. 
Las flautas de madera pacifican el aire. 
Un viejo dios silvestre da frutas a los niños. 

Sus pescadores duermen, sin ensueño, en la arena. 
En alta mar les sirve de brújula una rosa. 
El horizonte virgen de pañuelos heridos, 
junta los grandes vidrios del pez y de la luna. 

Una dura corona de blancos bergantines 
ciñe frentes amargas y cabellos de arena. 
Las sirenas convencen, pero no sugestionan, 
y salen si mostramos un vaso de agua dulce. 

* * * 

¡Oh, Salvador Dalí, de voz aceitunada! 
No elogio tu imperfecto pincel adolescente 
ni tu color que ronda la color de tu tiempo, 
pero alabo tus ansias de eterno limitado. 

Alma higiénica, vives sobre mármoles nuevos. 
Huyes la oscura selva de formas increíbles. 
Tu fantasía llega donde llegan tus manos, 
y gozas el soneto del mar en tu ventana. 

El mundo tiene sordas penumbras y desorden, 
en los primeros términos que el humano frecuenta. 
Pero ya las estrellas ocultando paisajes, 
señalan el esquema perfecto de sus órbitas. 

La corriente del tiempo se remansa y ordena 
en las formas numéricas de un siglo y otro siglo. 
Y la Muerte vencida se refugia temblando 
en el círculo estrecho del minuto presente. 

Al coger tu paleta, con un tiro en un ala, 
pides la luz que anima la copa del olivo. 
Ancha luz de Minerva, constructora de andamios, 
donde no cabe el sueño ni su flora inexacta. 

Pides la luz antigua que se queda en la frente, 
sin bajar a la boca ni al corazón del bosque. 
Luz que temen las vides entrañables de Baco 
y la fuerza sin orden que lleva el agua curva. 

Haces bien en poner banderines de aviso, 
en el límite oscuro que relumbra de noche. 
Como pintor no quieres que te ablande la forma 
el algodón cambiante de una nube imprevista. 

El pez en la pecera y el pájaro en la jaula. 
No quieres inventarlos en el mar o en el viento. 
Estilizas o copias después de haber mirado, 
con honestas pupilas sus cuerpecillos ágiles. 

Amas una materia definida y exacta 
donde el hongo no pueda poner su campamento. 
Amas la arquitectura que construye en lo ausente 
y admites la bandera como una simple broma. 

Dice el compás de acero su corto verso elástico. 
Desconocidas islas desmiente ya la esfera. 
Dice la línea recta su vertical esfuerzo 
y los sabios cristales cantan sus geometrías. 

* * * 

Pero también la rosa del jardín donde vives. 
¡Siempre la rosa, siempre, norte y sur de nosotros! 
Tranquila y concentrada como una estatua ciega, 
ignorante de esfuerzos soterrados que causa. 

Rosa pura que limpia de artificios y croquis 
y nos abre las alas tenues de la sonrisa 
(Mariposa clavada que medita su vuelo). 
Rosa del equilibrio sin dolores buscados. 
¡Siempre la rosa! 

* * * 

¡Oh, Salvador Dalí de voz aceitunada! 
Digo lo que me dicen tu persona y tus cuadros. 
No alabo tu imperfecto pincel adolescente, 
pero canto la firme dirección de tus flechas. 

Canto tu bello esfuerzo de luces catalanas, 
tu amor a lo que tiene explicación posible. 
Canto tu corazón astronómico y tierno, 
de baraja francesa y sin ninguna herida. 

Canto el ansia de estatua que persigues sin tregua, 
el miedo a la emoción que te aguarda en la calle. 
Canto la sirenita de la mar que te canta 
montada en bicicleta de corales y conchas. 

Pero ante todo canto un común pensamiento 
que nos une en las horas oscuras y doradas. 
No es el Arte la luz que nos ciega los ojos. 
Es primero el amor, la amistad o la esgrima. 

Es primero que el cuadro que paciente dibujas 
el seno de Teresa, la de cutis insomne, 
el apretado bucle de Matilde la ingrata, 
nuestra amistad pintada como un juego de oca. 

Huellas dactilográficas de sangre sobre el oro, 
rayen el corazón de Cataluña eterna. 
Estrellas como puños sin halcón te relumbren, 
mientras que tu pintura y tu vida florecen. 

No mires la clepsidra con alas membranosas, 
ni la dura guadaña de las alegorías. 
Viste y desnuda siempre tu pincel en el aire 
frente a la mar poblada de barcos y marinos.

Lee todo en: Oda a Salvador Dalí - Poemas de Federico García Lorca http://www.poemas-del-alma.com/oda-a-salvador-dali.htm#ixzz42cq69vst




"Moreno Villa hacía collages y buenos dibujos a partir de una falaz mitología griega". Francisco Aranda, El surrealismo español, Lumen, Barcelona, 1981.