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miércoles, 21 de diciembre de 2016

Octavio Paz: Los hijos del limo

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El tema de la poesía moderna es doble: por una parte es un diálogo contradictorio con y contra las revoluciones modernas y las religiones cristianas; por la otra, en el interior de la poesía y de cada obra poética, es un diálogo entre analogía e ironía. El contexto donde se despliega este doble diálogo es otro diálogo: la poesía moderna puede verse como la historia de las relaciones contradictorias, hechas de fascinación y repulsión, entre las lenguas románicas y las germánicas, entre la tradición central del clasicismo grecolatino y la tradición de lo particular y lo bizarro representada por el romanticismo, entre la versificación silábica y la acentual.

En el siglo XX las vanguardias dibujan las mismas figuras que en el siglo anterior, sólo que en sentido inverso: el modernismo de los poetas angloamericanos es una tentativa de regreso a la tradición central de Occidente —precisamente lo contrario de lo que habían sido el romanticismo inglés y alemán—, mientras que el surrealismo francés extrema las tendencias del romanticismo alemán. El período propiamente contemporáneo es el del fin de la vanguardia y, con ella, de lo que desde fines del siglo XVIll se ha llamado arte moderno. Lo que está en entredicho, en la segunda mitad de nuestro siglo, no es la noción de arte, sino la noción de modernidad.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Después de la era gloriosa del positivismo ; después de las profundas análisis, […], ha llegado la hora de las inducciones, […] ; la hora de traducir en normas de vida todos los reportajes embarazosos y prolijos de los sabios ; la hora en que el eruditismo ha de resolverse en intuición, y la mirada, herida aún de la miopía de los microscopios o la presbicia de los telescopios, […] ha de sondear también el imperio de las razones supremas y los fines recónditos de la vida.

Gabriel Alomar: Futurismo.