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jueves, 1 de septiembre de 2016

¿Por qué la metáfora?

Las lenguas humanas muestran una capacidad combinatoria extraordinaria. En el plano fonético, unas decenas de fonemas (abstracción de sonidos) permiten la formación de millones de palabras. En los planos morfológico y sintáctico, un número limitado de morfemas y de reglas sintácticas permiten un ilimitado número de discursos.
A este uso inteligente de número tan limitado de elementos, se suma el poder de la metáfora. Por si fuera escaso el número de palabras (muy abultado) y de frases posibles (ilimitado), el ser humano es capaz de expresar conceptos, de emitir juicios y de desarrollar razonamientos estableciendo parangones disímiles. Esto es, "las perlas de tu boca" indica una semejanza, pues dientes y perlas son pequeños y blancos. Pero a un tiempo hay una desemejanza, pues perlas y dientes son objetos diferentes. Pues bien, los seres humanos podemos usar las diferencias como instrumento de intelección, de proyección, de emoción.


La metáfora abunda en el carácter metafísico del hombre. El hombre es un cuerpo físico y vive en un medio físico, pero no está constreñido por la física. La lengua humana se expresa mediante sonidos que además pueden dibujarse (escribirse). Tanto los sonidos como los dibujos pueden ser medidos físicamente, sin embargo, cuando oímos o vemos palabras de una lengua conocida, no percibimos primariamente el ruido o el dibujo, sino el sentido.Y el sentido no es objeto de la física.
Si esto es así tan solo desde el punto de vista lingüístico, cuando analizamos la distinción entre sentido literal y sentido figurado y la capacidad metafórica del lenguaje, el índice de metafisicidad sube muchos enteros.
¿Para qué sirve la metáfora? Juan Pablo II en Dives in misericordia 3 afirma que las parábolas "expresan mejor la esencia misma de las cosas". Una parábola no es estrictamente una metáfora, pero es un relato de la misma especie, pues explica una realidad desde una ficción. ¿No es una ficción llamar perlas a los ojos? ¿La metáfora es más aguda que la no metáfora?

He aquí un texto lúcido de Alberto Manguel: Vicios solitarios. Lecturas, relecturas y otras cuestiones éticas, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Madrid, 2004, pág. 57.


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