Buscar este blog

Seguidores

lunes, 31 de octubre de 2016

La metáfora

La lengua humana es capaz de expresar conceptos literales: "abrimos los sábados por la tarde" y conceptos figurados: "nos hemos derrumbado". Figurado aquí significa que "derrumbado" equivale a
precipitar, despeñar, derribar, demoler una construcción o parte de ella; y, sin embargo, en la frase precedente no se ha empleado derrumbar con ese sentido preciso. ¿Quiere esto decir que la frase es engañosa? No, sino que el ser humano es capaz de decir cosas mediante palabras que no significan literalmente lo que se está queriendo decir. El hombre juega con las palabras y con las frases para multiplicar indefinidamente su capacidad para expresar sus ideas, sus decisiones, sus emociones. El hombre emplea palabras sin estar esclavizado por ellas.
No podemos derrumbarnos como un edificio porque no somos un edificio, pero podemos decir que nos hemos derrumbado para expresar un hundimiento psicológico profundo. La metáfora no es un mero sinónimo. Va más lejos. En este ejemplo, "derrumbarse" añade un dramatismo particular a la expresión de un estado de ánimo abatido. El "derrumbe" implica una aparatosidad, velocidad, daño, etcétera, singular.

El lenguaje humano posee una enorme carga metafórica, la metáfora es moneda común en la lengua, hasta el punto de que muchas de ellas están lexicalizadas. Cuando decimos "nos hemos derrumbado", no nos percatamos de que estamos utilizando una metáfora, porque se ha hecho de uso común. Al oír "se le hizo la boca agua", no reparamos en que literalmente la boca no se le licuó, pero entendemos perfectamente lo que se quiso decir. La lengua es esencialmente comunicativa y habitualmente cumple esa función.

Que la lengua humana posea una importante carga metafórica no significa que todo sea metáfora, que nada exprese lo que literalmente expresa. Aunque existen metáforas profundas y metáforas superficiales, no todo es estrictamente metafórico, como la antedicha frase "abrimos los sábados por la tarde".

Ahora bien. si la metáfora abunda en la lengua común, más lo hace en la literaria, porque la literatura es un discurso vuelto sobre sí mismo, presumido, que desea ser mirado y no solo comunicar un mensaje. La literatura, en sentido amplio, -incluyo textos no de estricta ficción-, busca la expresión con estilo, embellecida y desarrolla al máximo la capacidad expresiva del lenguaje. Si esto ocurre así en la literatura en general, sucede más en la poesía, donde se produce una intensificación de la expresividad. Dice Ezra Pound, El ABC de la lectura, Fuentetaja, Madrid, 2000, p. 43: "La poesía es la forma más concentrada de toda expresión verbal".

Un poeta es un hacedor de metáforas. No se limita a reproducir metáforas comunes ni metáforas literarias de otros. Probablemente Antonio Machado creó ex novo la metáfora "melena de campana" para referirse al yugo o contrapeso de madera "armazón de madera unida a la campana que sirve para voltearla" en su poema Al olmo viejo; e igualmente Miguel Hernández hizo algo nuevo cuando escribió "no hay extensión más grande que mi herida" en su Elegía a Ramón Sijé.

Hay poemas intensamente metafóricos como este:

En tanto que de rosa y d’azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
  y en tanto que’l cabello, que’n la vena      5
del oro s’escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
  coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que’l tiempo airado     10
cubra de nieve la hermosa cumbre.
  Marchitará la rosa el viento helado.
todo lo mudará la edad ligera

por no hacer mudanza en su costumbre.

donde es metáfora más de la mitad del poema:

En tanto que de rosa y d’azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
  y en tanto que’l cabello, que’n la vena      5
del oro s’escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
  coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que’l tiempo airado     10
cubra de nieve la hermosa cumbre.
  Marchitará la rosa el viento helado.
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

Contrastemos el sentido literal y el figurado:


Soneto de Garcilaso
Sentido literal

En tanto que de rosa y d’azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;


Mientras vuestro rostro se aparezca de color rosa claro y vuestra mirada atractiva y recatada domine los impulsos de quienes te miran;
  y en tanto que’l cabello, que’n la vena     
del oro s’escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

y mientras tu cabello, rubio y largo, se mueva alrededor de tu hermoso cuello:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que’l tiempo airado    
cubra de nieve la hermosa cumbre.
disfrutad de los goces de la juventud antes de que tu cabeza se llene de canas.
  Marchitará la rosa el viento helado.
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
Tu belleza juvenil pasará. El tiempo, como hace siempre, la trastocará.

Pero el hecho de que las lenguas se muevan entre el lenguaje literal y el figurado (metafórico), y de que en la literatura y, particularmente, en la poesía, suela reinar el figurado, no significa que sin metáfora no haya poesía, pues los poemas no lo son solo por su contenido, sino también por la forma: el ritmo, la musicalidad. Así, en el siguiente poema de Anacreonte, poeta griego que vivió entre los siglos VI y V antes de Cristo, se aborda la misma cuestión del paso del tiempo que hemos visto en el soneto de Garcilaso, pero esta vez sin apenas metáforas:

Canosas están mis sienes, blanca mi cabeza; ha huido de mí la juventud graciosa, están viejos mis dientes, y de la dulce vida me queda ya poco tiempo. Por eso lloro muchas veces, temeroso del Tártaro; pues es terrible el abismo del Hades y dolorosa es la bajada hasta él: es bien cierto que el que baja no sube.[1]

La traducción de este poema, en prosa, no nos permite percibir el ritmo y la musicalidad del texto original. Domina el sentido literal de las palabras sobre el figurado, pero es poesía porque predomina lo bello sobre lo útil, el pensamiento sobre la mera comunicación...

La metáfora es medular en el lenguaje humano y particularmente en el literario. Todo estudio literario ha de contar con la metáfora.




[1] Rodríguez Adrados, F., Lírica griega arcaica, Gredos, Madrid, 1986, p. 411.



L'Homme au chapeau melon, 1964

Distinción entre metáfora e imagen de Luis Cernuda (Estudios sobre poesía española contemporánea, 129-130).


No hay comentarios:

Publicar un comentario