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miércoles, 30 de noviembre de 2016

Revolución artística

Las vanguardias artísticas del primer tercio del siglo XX fueron una revolución. Una revolución no supone una transición progresiva de una época a otra, como ha sucedido en la mayor parte del devenir histórico, sino una transición violenta. Los pasos de la edad arcaica a la clásica y de esta a la helenística en la Grecia antigua no fueron revolucionarios; ni el cambio de la Edad antigua a la media y de la media a la moderna; ni del Renacimiento al barroco... La revolución, stricto sensu es un invento de la Edad Contemporánea, siendo la Revolución francesa y la bolchevique los paradigmas principales de tal rápido y violento proceso.

Toda revolución se opone a una situación establecida, pero lo hace de un modo brusco. Una praxis revolucionaria no se asienta en el humanismo renacentista de raigambre grecolatina, movimiento que confía en el poder regenerador de la educación, sino más bien en la filosofía moderna, racionalista y empirista, que fomentó una lectura matemática y una praxis experimental del mundo, lo cual conlleva, a mi parecer, una pérdida de humanidad, ya que la búsqueda de lo claro y distinto aspira a comprehender todo, también lo humano, y no solo a comprenderlo. Comprehender, abarcar, a un ser inteligente, amante, creativo, como el ser humano, more geometrico conduce a un reduccionismo, a una fragmentación de lo humano.

Las estrategias revolucionarias son más deudoras, a mi juicio, también de la Ilustración, movimiento deseoso de iluminar las tinieblas, de divulgar, creedor en la eficacia de la acción inmediata. (Esto no significa que la única opción ilustrada sea la revolucionaria; piénsese por ejemplo en el reformismo anglosajón).
Las revoluciones dan la impresión de querer romper con todo el pasado, pero en realidad suelen oponerse más bien al estado inmediatamente anterior y contemporáneo, que es el que se conoce y que normalmente no ha sido "el de siempre". En concreto, el mundo con el que quieren romper las vanguardias artísticas y literarias de comienzos del siglo XX es el de la burguesía mercantilista del XIX. Ahora bien, el siglo XIX fue vástago de la Edad contemporánea, contrapuesto al llamado antiguo régimen. Esa primera revolución decimonónica sustituyó, en apretada síntesis, el autoritarismo monárquico por el más impersonal pero no menos autoritario autoritarismo del Estado; el universalismo cristiano por el nacionalismo; la religión por la ciencia; la aristocracia, con su artificio de lo heroico, con su código de honor, por una burguesía capitalista, -a las que se enfrenta el marxismo-, cuyo colonialismo se repartió el mundo, que había sustituido la aspiración a la nobleza de la burguesía medieval por la búsqueda del beneficio económico como principal objetivo.

Esta etapa de fe en la ciencia, de efervescencia nacionalista, de capitalismo, de colonialismo, de desarrollo tecnológico va a culminar con el desastre de la Primera Guerra Mundial.
Entonces las vanguardias se alzan contra el arte y la literatura anterior, decimonónicos. Y lo hacen de un modo violento, rupturista. Desean un cambio y lo desean ya. Pero se oponen a lo anterior discurriendo de ordinario por semejantes vías cientificistas, tecnológicas, matemáticas, estatalistas... Las vanguardias aspiran a destruir la herencia precedente con instrumentos procedentes de la etapa anterior o son su corolario: progresivo peso del Estado, desarrollo de la ciencia y de la técnica, deshumanización de la sociedad de masas. No es casual que tras la Primera Guerra Mundial surjan estados totalitarios como el soviético, el nazi o el fascista.

Puede concluirse igualmente que las vanguardias significan la culminación de algunos principios del romanticismo alemán: la exaltación de la emoción sobre la razón, del sueño sobre la vigilia, del pueblo, la nación y la lengua; el elogio del fragmento sobre el todo; del fieri sobre el factum. Creatividad frente a mímesis; autonomía frente a heteronomía.

Examinar los tres principales movimientos intelectuales de la Edad Moderna es útil para comprender cualquier aspecto cultural contemporáneo, también las vanguardias:

a) Humanismo. Confianza en la razón y en la lengua. Diálogo como método y como género. Corpus abierto de ideas antropocéntricas no cerradas a la trascendencia.

b) Filosofía moderna. Confianza en la razón matemática y en la experimentación. Tratado como método. Sistemas cerrados en sí mismos y a lo trascendente.

c) Ilustración. Confianza en la acción inmediata. Enciclopedia, ensayo, periódico como órganos de difución. Programas de acción beligerantes con la monarquía, la aristocracia, la Iglesia.

Poco atisbamos del humanismo en las vanguardias. De la filosofía moderna en cambio procede su confianza en la razón matemática y en la experimentación; y la sucesión de "sistemas" artísticos cerrados, individualistas. De la Ilustración toma casi todo: la confianza en la acción inmediata, el afán de divulgación, su connivencia con la prensa, su gusto por el manifiesto, su beligerancia, su ruptura con lo establecido, su esnobismo (sine nobilitate), su iconoclastia.



Man Ray - Noire et blanche, 1926

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